La ciudad está a 2.200 metros de altitud rodeada de montañas que superan los 3.000 metros. Catalogada Patrimonio Mundial por la Unesco, la ciudad vieja no tiene más de 6.000 casas estrechas y altas, más de un centenar de mezquitas, una docena de baños, y una treintena de escuelas del Corán.

Sana’a, la capital del Yemen, es el mayor museo al aire libre del mundo. Pero contrariamente a cualquier museo, está llena de vida. Edificios de una extravagante belleza inigualada en ninguna otra parte del mundo observan un estilo de vida inalterado desde la Edad Media: mujeres tapadas de los pies en la cabeza, aquí y allá tiendas de armas donde uno puede adquirir desde un sable hasta una kalashnikof, narradores que fascinan a la gente con sus historias y leyendas.

Su arquitectura expresa el aprecio de cada yemenita por su casa. La mayoría vive en auténticos palacios medievales de 6 a 8 pisos construidos hace 5 siglos. Esto hace que las casas sigan perteneciendo a una sola familia patriarcal que acoge a las familias de sus hijos y puede reunir  a tres generaciones.

Sana’a

Al traspasar el mágico marco de la puerta de Bab-al-Yemen, tengo que sentarme en un rincón de la plaza, no me creo lo que estoy viendo. Me estoy introduciendo en los cuentos y fantasías orientales de mi más íntima infancia. Los estoy viviendo, los tengo delante de mí.

Puerta de Bab Al Yemen, Sana’a

Los pequeños comerciantes, los vendedores de ropa de segunda mano, los judíos vendiendo platería, los beduinos de mirada ausente y rostro quemado. La vieja ciudad desplegaba delante de mí todos los colores y sabores, todas las imágenes de un país que creía existía sólo en mi imaginación. Eran imágenes bíblicas.

Callejuela del mercado de Sana’a

El fascinante mercado o zoco, es uno de los más antiguos del mundo árabe. Se extiende por el centro de la Ciudad Antigua constituyendo una tela araña de callejones, pasajes y pasillos, algunos de ellos protegidos en toldos, plásticos o descoloridos paraguas. Pero a pesar del aparente desorden están organizados por gremios: el de los joyeros, el de vendedores de jambias, de las especias, frutas, frutos secos y dátiles, del té y el café, las antigüedades (más bien baratijas), de las herramientas de la casa, alimentos varios, ropa, sandalias, etc. etc.

Mercado de Sana’a

Los tres sentidos se destacan en el zoco de Sanaa: la vista, el oído y el olfato.

  • Con los ojos se puede ver multitud de artículos siempre sencillos y primarios, pasados ​​de moda, de un diseño entre naif e impersonal.
  • Por el oído se calibra la actividad del zoco: cacareo de los gallos, gritos de ofertas.
  • Por el olfato entran un sinfín de colores, aromas y malos olores.

El hechizo de Arabia eterna se encuentra y se confunde: el incienso y la mirra, los aceites y perfumes, la pimienta y el cardamomo, la canela, la vainilla y el azafrán.