El espléndido espectáculo del mar helado

Como fotógrafo de viajes, un proyecto con una televisión me llevó a viajar a la Antártida. De hecho poder viajar al continente antártico siempre había sido un sueño que al final pude realizar. Será difícil poder hacer una descripción de lo que mis ojos vieron, lo que mi cuerpo sintió, pero lo intentaré por, al menos, poder transportarte al continente del hielo. Pensaba que la perfección no existía. Ahora no puedo decir lo mismo: en la Antártida EXISTE, y que se mantenga así para siempre.

La Antártida se extiende en un área de unos 14 millones de km2 y comprende un continente, una gran extensión de océano circumpolar y un conjunto de archipiélagos e islas. Su forma circular se ve alterada por una lengua de tierra llamada Península Antártica, que se alarga hacia América del Sur, Argentina y Chile.

La puerta de entrada fue la tranquila ciudad argentina de Ushuaia. Navegue con el barco chileno, Antarctic Dream. Después de recibir las instrucciones de seguridad, el barco abandonaba las protegidas aguas del Canal de Beagle, rodeaba el cabo de Hornos y ponía rumbo en dirección sureste hacia el Estrecho de Drake.

Delante del Antarctic Dream, el barco que me llevo a la Antártida

Éramos 60 personas de diferentes nacionalidades. Todos temíamos cruzar este estrecho ya que sus 960 km de océano meridional están considerados las aguas más peligrosas del mundo, por ser donde se unen las corrientes de los dos grandes océanos, el Pacífico y el Atlántico.

En el Estrecho de Drake no estábamos solos, ya que desde la gris oscuridad aparecían los albatros, estos pájaros nómadas que vuelan incesantemente sobre los confines del mundo.  Se acercaban al barco acompañados de petreles, palomas del Cabo y otras especies de albatros; todos giraban sobre nuestras cabezas como si fueran estrellas ligadas al puente de la nave.

Después de 48 horas gritábamos, TIERRA!!!! TIERRA!!!!  Eran las islas Shetland del Sur. Al final el temido Estrecho de Drake se convirtió en una mar tranquila y serena.

El primer día de contacto con los pingüinos fueron en las islas Aitcho y Robert, que forman parte de las Shetland del Sur.

Me sorprendió que no hubiera nieve, debido a que estas islas están en la zona más cálida y húmeda del continente y durante el verano sus costas sin hielo se han convertido en un refugio para numerosas colonias de pingüinos. Ofrecen un paisaje encantador, con una tierra verde cubierta de un musgo blando que cuando lo pisabas parecía una alfombra.

Isla de Aitcho con los pingüinos Papúa

Los pingüinos más comunes, son los llamados Papúa. Hacía dos semanas que habían nacido las crías y las imágenes eran de lo más tiernas y divertidas. Se reproducen en pingüineras en marzo con la llegada del invierno y la formación de hielo. Una vez incubado el huevo, la cría de pingüino pasa los dos primeros meses de vida resguardada bajo el repliegue de piel y plumas del vientre de la madre a 30 grados de temperatura, mientras que el padre va al agua en busca de krill, un pequeño crustáceo que alimenta toda la familia. Estos son capaces de recorrer hasta 60 km de un tirón y sumergirse hasta 200 metros de profundidad para conseguir el krill. 

Pingüino Papúa con sus crías

Me senté y los observe hasta que nos hicimos  amigos. Algunos me dirigían miradas de timidez y otros se querían hacer los graciosos estirándose en el suelo, boca arriba. Al cabo de un rato incluso yo me reía solo!

Allí vi por primera vez las focas de Wendale, que se pasan todo el día tumbadas en la arena. Dediqué ratos a observar sus gestos y miradas, pero sin acercarme demasiado, porque algunas hacían caras de pocos amigos.

Lobo marino curioso

Lo interesante de la expedición era que al desembarcar en una isla nos acompañaba un biólogo, que nos explicaba las características de la fauna que veíamos: el cormorán antártico, o cuervo de mar, los skuas, los petreles… son aves que sólo se encuentran en este rincón de mundo.

Cada día desembarcamos en una isla

Sabes que durante el verano nunca se hace de noche?. A la una de la madrugada el sol antártico brilla sobre el horizonte. El espléndido escenario se revelaba al atardecer en medio de un mar helado rodeado por el astro rey en una cálida luz dorada.

En verano nunca se hace de noche

El verano austral que coincide con nuestro invierno es la única época del año en que se puede navegar por aguas antárticas. Desde diciembre hasta marzo se puede ver el fascinante espectáculo de gigantescos trozos de hielo milenarios desplomándose sobre el mar. Buena parte de la costa antártica está formada por acantilados de hielo y plataformas continentales que se prolongan hasta las aguas.