La isla de Nueva Guinea, en el norte de Australia, es la segunda isla más grande del mundo. Repartida entre Indonesia el lado occidental, llamado Irian Jaya y Papúa Nueva Guinea el lado oriental, estado independiente desde 1975.

Viajo a Wamena, la capital del Valle de Baliem donde viven los Dani, la etnia con quien quería convivir. Una vez allí te enfrentas con una extraordinaria mezcla de cultura y costumbres. Wamena tiene como principal atracción, su mercado donde me encuentro al primer choque de culturas: los Dani, con los indonesios. Los primeros, desnudos, hacen kilómetros a pie para venir al mercado diariamente donde exponen ordenadamente sus escasas mercancías: 10 plátanos, 4 naranjas, 8 patatas, 6 zanahorias; y los segundos, vestidos, disponen de pequeños comercios alrededor del mercado.

Mercado de Wamena

Aparte de los productos de subsistencia, la comida es cara, ya que se debe llevar en avión desde Jayapura, la capital.

INICIO TREKKING

Después de un «casting» me cogí dos locales: un guía, el Elmus, y un porteador / cocinero, Monky, que me guiaran por estos caminos del Valle del río Baliem.

Tomamos un transporte público llamado bemo hasta el último poblado donde se acaba la carretera y a partir de allí comenzó la caminata de 9 días por estos poblados y caminos remotos.

La primera parada fue Bulakme donde estaba el mercado. La primera sensación fue un poco de angustia y miedo, primero por ser el único occidental que corría por el Valle y segundo, de la manera extraña que me miraban, quería hacer fotos pero me asustaban sus miradas fijas.

Llevaba muchos paquetes de cigarros ya que son unos fumadores empedernidos empezando por el guía. También los llevaba por la gente que iba encontrando como motivo de agradecimiento por una foto o sino ellos por el morro me pedían.

Los Dani viven en poblados tradicionales llamados kampung dentro de un recinto cerrado y compuesto por varias tiendas, una para cocinar, una para el ganado principalmente cerdos, otra para los hombres y una para las mujeres. Cada recinto puede alojar cuatro familias.

Poblado de Tagime

INDUMENTARIA

Los Dani, la mayoría, son de apariencia amable. Los hombres al saludar te dicen: Nayak y te dan largas dadas de mano para que tengas tiempo de sentir su contacto. La única vestimenta que llevan los hombres, es en su pene: se trata de una funda de calabaza de variadas formas, sujeto a su cintura por unos hilos gruesos. El nombre que les dan los locales es horim, pero para los indonesios koteka. Muchos llevan una corona de plumas de ave del paraíso en la cabeza, brazaletes o collares de fibra de corteza o de conchas de cauri y por la nariz, huesos o dientes de cerdo.

Dani

Grupo de hombres Danis, Yokosimo

En cambio, las mujeres pasan por tu lado discretamente, bajando la mirada, siempre cargadas de una bolsa colgada de la cabeza donde llevan cerdos, verduras o sus propios hijos. Visten dos tipos de falda: si están casadas, les cuelgan de abajo del abdomen siempre cubriéndose las nalga y son de rollos de fibra y, si son solteras, una falda de hierbas. Esto es todo. Tanto los hombres como las mujeres tienen los pies tan fuertes como el roble ya que siempre van descalzos.

La mayoría para protegerse del frío se cruzan los brazos por delante del pecho y muchos se ponen grasa de cerdo en el cabello y en el cuerpo para protegerse de enfermedades.

LA MUERTE

Nos adentraremos más hacia el interior de una selva tropical espesa, hasta llegar a Nunkalme donde habían quemado un miembro de una familia y me encuentro en el patético momento que los hijos de la difunta lloraban ante las cenizas. Cuando una persona se muere la queman o a veces la momifican y la guardan. Esto ocurre en poblados como Jiwika donde se puede ver un antepasado momificado y hoy es una atracción turística. También las mujeres, por cada familiar que se muere se amputan un dedo de la mano, entonces es fácil ver mujeres mayores con pocos dedos. El promedio de vida de los Dani es de 60 años.

Familia Dani

TRABAJOS DE LOS DANI

Los Dani son granjeros, muy buenos trabajando la tierra y excavando canales de riego. El trabajo de los hombres es limpiar y cultivar la tierra para la primera cosecha y el de las mujeres, plantar y recolectar la semilla. Tienen una agricultura de subsistencia formada por boniatos o patata dulce, legumbres y plátanos.

Danis fumando

La patata dulce o erom es la comida principal. Los Dani identifican 70 de diferentes. Algunas variedades sólo pueden ser comidas por las mujeres embarazadas y hombres viejos; en cambio los espíritus de los antepasados son los que se comen las primeras patatas de cada cosecha.

COSTUMBRES

Los hombres son polígamos y si se quieren casar deben dar de 4 a 5 cerdos a la familia de la novia. Su estratus social viene dado por el número de mujeres. Y su patrimonio se valora con la cantidad de cerdos que tienen.

Los hombres duermen en una cabaña y las mujeres y niños en otra. Después del nacimiento, el sexo es tabú para la madre entre los 2 y 5 años y así el hijo tiene la leche exclusiva. Este tabú contribuye a muchos divorcios y favorece la poligamia.

MI DÍA A DÍA

Mi vida con ellos era muy sencilla. Caminaba un promedio de 5 horas al día. Llegaba a un poblado y allí pasaba el resto del día. Siempre por la noche me deleitaban con canciones. Pero la comida escaseaba bastante. Y tenía tanto la necesidad de comunicarme que al final les acababa hablando catalán.

Saludando a un Dani por el camino

Compartir su vida fue una experiencia dura. Aunque me tienen a pan y cuchillo, debo pedirles más comida, porque sus raciones de arroz con verdura resultan insuficientes para soportar las caminatas, de cuatro o cinco horas, que hacíamos cada día. La carne y el pescado, ni los probamos.

Además un día me encuentro con la sorpresa que mi guía, Elmus dice que no quiere continuar más conmigo. Motivo? Había acabado el dinero que le había dado por los días de caminata que se había gastado en cigarrillos. Al negarme a darle más, me deja en medio del camino y tuve que continuar solo hasta el próximo poblado. Menos mal que a las pocas horas apareció un viajero sueco con su guía y me ofreció que los acompañara.

La idea de ir a un país de selvas vírgenes donde podía encontrar al hombre hijo de la Naturaleza aún sin contaminar, el hombre salvaje en su estado primitivo, era uno de esos sueños fijos en mi mente que exitavan mi fantasía. Y en este gran sueño,  aparecía siempre la tierra de las selvas vírgenes, del ave del paraíso, la tierra de los Dani de Irian Jaya.