El objetivo principal era vivir con los más primitivos de la isla, los que aún viven como sus antepasados en la jungla, los small nambas. Nombre que recibe el tejido que cubren los hombres sus genitales, en cambio las mujeres se lo cubren con una falda de hojas de plátano secas.
Es un retroceso al tiempo. Gente desnuda, tan sólo vestida con sus nambas, me presentan al jefe del poblado, Kasel. Este representa la justicia y la paz y es el portavoz de su pueblo. Su palabra es ley.
De repente para darme la bienvenida cien personas se ponen a bailar a un ritmo trepidante. En medio los hombres y detrás las mujeres, todos juntos bailan pisando fuerte, dando vueltas de un lado para otro. La tierra parecía hundirse. Fue toda una sorpresa después del cansancio de haber llegado hasta allí y la humedad que prendía el entorno.
Por la pigmentación oscura de su piel, altura media y pelo rizado, los melanesios se clasificaron en el pasado como grupo negroide, pero estudios recientes los vinculan con los papúes e incluso con los aborígenes australianos.
El 75 por ciento de la población vive en medio rural en casas construidas con troncos, bambú y hojas de palma y tienen el nakamal, un espacio abierto –tipo plaza- como el lugar especial donde celebran todas sus ceremonias y reuniones.
La casa, la falda y la comida, todo está relacionado con la tierra, el cielo y el mar. La medicina natural forma parte también de sus tradiciones y cada planta tiene asignados sus diferentes efectos de curación.
Las mujeres y la gastronomia
El promedio de vida de la mujer es de 60 años, menor que el del hombre porque tienen una vida más dura. Y tienen un promedio de seis hijos por familia.
El trabajo más duro siempre lo hacen las mujeres. Pasan más de diez horas fuera de casa cuidando del huerto y el hombre pasa las mismas horas pescando, cazando, haciendo artesanía y el vago en el nakamal, bebiendo kava y comentando lo que han hecho durante el día. Generalmente es la mujer que además del huerto, se cuida de cocinar, limpiar, cuidar los niños y acarrear agua.
Uno de sus platos favoritos es el taro (tubérculo que garantiza el alimento a los pueblos del Pacífico). Primero lo trituran en un palo, lo ponen en hojas de plátano y leche de coco, después la envuelven con las mismas hojas y lo ponen al fuego con piedras calientes. No está nada mal, quizás un poco soso.
El miedo a lo desconocido pasó al olvido entre aquella gente sencilla que me acogía en sus hogares con la máxima hospitalidad. Ellos dicen que la base de su cultura es la paz y el respeto, y es verdad que viven en paz y armonía: convivir en paz es para ellos una máxima prioridad.
Religión y lengua
Su religión está basada en el totemismo y en los antepasados. Creen que la muerte solo llega cuando eres mayor. Cuando quien muere es una persona joven lo consultan con los espíritus que son los que lo han visto morir y creen que si ha muerto es por brujería.
No hablan bislama, tan solo su lengua local, ni saben leer ni escribir, ni el dia que nacieron.
Me llegan a preguntar si también llueve en mi país. Dicen que han querido conservar sus tradiciones y no dejar nunca de vestir nambas, por eso no quieren llevar sus hijos a la escuela, porque tienen miedo de que les inculquen que la suya no es manera de vivir y que las tradiciones de sus antepasados son malas.
En busca del fuego
El día a día del hombre namba es estar estirados todo el día en el nakamal sin hacer nada, a veces te sugieren ir al rio a pescar gambas que encuentran de debajo las piedras y después cocinarlas y probarlas. ¿De qué manera? frotando un tronco viejo hasta que sale humo i consiguen hacer fuego con las hojas secas. Después con una ramita han hecho un pincho al que clavan las gambas que están listas en una hora pero deliciosas, la verdad. Difícil de creer que en la era de las redes sociales aun existan comunidades que hagan el fuego como en tiempos de la Edad de Piedra.
Ceremonia del kava
Cuando oscurece es el momento del ritual del kava. El Kava es una bebida ritual hecha con las raíces secas de la planta de la pimienta (Piper methyscum) que a modo de brebaje se ingiere en todo tipo de acontecimientos sociales principalmente en la cultura melanesia. Cuando se llega en un poblado el protocolo exige visitar al jefe de la tribu y para mostrarle nuestros respetos se le ofrece la raíz seca del kava.
Para ellos es la manera tradicional que tienen de comunicarse con sus antepasados. Su preparación lleva su tiempo. Los niños limpian la raíz y la mastican hasta conseguir un jugo. Sólo pueden masticar los que no han tenido relaciones sexuales con mujeres, porque los casados podrían contagiar enfermedades sexuales que las mujeres les hayan transmitido. Seguidamente lo escupen en una hoja y con agua escurren las hojas en corteza de árbol y el líquido resultante es el kava. El primero en beberlo es el jefe, de un solo trago y cuando termina empiezan a gritar para que los poblados vecinos sepan que es la hora del ritual. Por cortesía se tiene que probar teniendo un gusto muy amargo. Tras la ceremonia quedan adormecidos y dormidos hasta la mañana siguiente. Solo está permitido que lo beban los hombres. Actualmente el kava está ganando reconocimiento como medicina.
La despedida
La despedida fue difícil. Me dieron regalos como una alfombra de palma y dos gallinas. Que gente tan extraordinaria! Al final me emocione después de haber vivido con ellos unos días. Tenemos tanto que aprender de esta gente, de estas culturas tan lejanas del mundo en que vivimos que el mensaje que nos pueden dar es que son sociedades del siglo XXI, como las nuestras, igualmente dinámicas y, sobre todo, con el mismo derecho a vivir en paz.
Conocer en directo como vivieron nuestros antepasados no era una utopía aunque estemos en el siglo XXI. El lenguaje universal de los gestos me permitió una comunicación eficaz.
Las etnias son sinónimo de cultura y la variedad que se encuentra en nuestro mundo es verdaderamente amplia, conocer a través de su conocimiento y vivencias, no es más que nutrir nuestra propia vida, que trasciende hacia la evolución personal.