Nicaragua, entre dos océanos

Nicaragua es una tierra de volcanes y de grandes lagos con islas interiores, una tierra de ríos únicos con mil historias, una tierra de lagunas recónditas con un gran esplendor ecológico y de océanos como el Pacífico y el mar Caribe, que bañan sus costas y enriquecen su territorio.

Una tierra que es una buena muestra de esa América que tiembla de huracanes y que vive de amor, tal como dejó escrito Rubén Darío, el poeta nicaragüense más universal.

Nicaragua me ha ofrecido la alegría y la exuberancia de su naturaleza, la magnificencia de sus ciudades coloniales y sus antiguos yacimientos arqueológicos.

Me ha sorprendido gratamente la experiencia de compartir, con su gente, un país con un gran corazón.

Me voy enamorado de la Nicaragua que tanto sedujo a Julio Cortázar: «Nicaragua tan violentamente dulce como sus bruscos atardeceres, cuando del rosa y del naranja se vira a un terciopelo verde y la noche cae llena de ojos de tigre, oliente y espesa».

 

Más países