Namibia, el África diferente
Un país con una gran fuerza escénica, al que la naturaleza le ha negado uno de los más preciados dones: el agua que se asoma a la costa atlántica como si se tratase de un desierto pintado. La pureza azul del cielo, las distintas tonalidades de los ocres del desierto de Namib, las formas caprichosas de los árboles resecos, la armonía animal de Etosha, son algunas de las cosas que me llamaron más la atención en este joven país.
Pero mi objetivo era viajar al Kaokoland, la tierra de los Himbas. Viven en un territorio semiárido al norte de Namibia. Se trata de un grupo minoritario que no ha aceptado influencias externas y que mantiene vivas sus costumbres y tradiciones. Tanto los hombres como las mujeres son fácilmente reconocidos por su porte y belleza. Las mujeres himba han aprendido a demostrar sus vivencias mediante signos externos, con unos ojos que hablan de sus sentimientos en un mundo formado por muchas normas y pocas palabras.